lunes, 3 de octubre de 2011

El corta y pega audiovisual

Hoy en día no nos resulta nada sorprendente ver montajes audiovisuales en los que se han cortado y pegado secuencias de diferentes videos y se han recompuesto para crear un nuevo discurso que nada tiene que ver con él de los videos originales. A esta gente que trabaja mediante este proceso se los lama VJs (videojockeys), los cuales generan nuevas piezas visuales y musicales mezclando loops de video con música.

Esta nueva manera de comunicar se generó a partir de la década de los 80, los cuales compartían escenario con los DJs, esta técnica parecía un mero acompañamiento de la música pero pronto se empezaron a crear piezas audiovisuales mediante la técnica del cortar y pegar que adquirieron un imagen mucho más importante.

Los pioneros en esta técnica fueron un grupo que se llamaba EBN (Emergency Broadcast Network), los cuales usaban imágenes que se retransmitían por la televisión y mediante empalmes de diferentes videos creaban una nueva composición con un mensaje totalmente diferente. Un ejemplo de sus creaciones es un video dónde a través de diferentes imágenes de George Bush padre, presidente de los Estados Unidos del 1989 al 1993, se recompone la imagen para hacerlo cantar el famoso estribillos del “We Will Yock You” de Queen.

We Will Rock You - EBN

Hoy en día esta forma de trabajar se ha vuelto mucho más fácil, gracias en primer lugar a los nuevos formatos de video y su fácil manipulación mediante ordenadores y programas especiales y en segundo lugar también a que se puede encontrar un contenido infinito en la red.

Es por eso que surgen gran cantidad de videos con un estilo muy parecido a los de Emergeny Broadcast Network. Además del factor de más y mejores herramientas y archivos que manipular los montajes finales tienen una mayor divulgación gracias a internet. Se nutren de video de la red y posteriormente cuelgan sus trabajos en la red, que aparte de entretener al público muchas veces parodian a algún personaje público.

Imagine - George Bush parody

Gracias a estos avances en el mundo del video han surgido grandes piezas y una mención especial va para el grupo Hexstatic, los cuales han creado vanguardia en el mundo del audiovisual desde 1995, colaborando primero con grupos como Coldcut y Greenpeace for the Natural Rhytms Trilogy, realizando un videoclip en 1998 mediante cortes de documentales sobre naturaleza que posteriormente fueron pegado para formar una pieza audiovisual sincronizada.

Natural Rhythm - ColdCut & Hexstatic

Este cambio en el ámbito de actuación de este tipo de creaciones da un salto y pasan a convertirse en obras de arte, incluso llegan a difundirse en exposiciones en museos de la talla del Centro Pompidou y en el Museo Getty de los Ángeles. Después de esta incursión incluso llegan a usarse para proyectos publicitarios, podríamos decir que ya entra a formar parte de un arte popular.

Anuncio Diesel - Hexstatic

Visto este pequeño recorrido creo que solo faltaría mencionar los que se está haciendo hoy en día, y no hay otro mejor a mi parecer que unos londinenses llamados Eclectic Method, los cuales se dedican, al igual que los grupos mencionados anteriormente, a crear composiciones mezclando tanto el vídeo como el audio para crear nuevas e inéditas producciones a partir de piezas ya existentes.

Se definen a ellos mismos como recicladores audiovisuales, de allí viene la forma de su logo, el típico triángulo con flechas de reciclaje pero en tres colores rojo, verde y azul.

Beyonce VS Lynyrd Skynrd - Eclectic Method



The Colbert Report - Eclectic Method

Todas las creaciones varían, debido al momento en que se han hecho, en el cual se disponen de unas tecnologías y archivos determinados, debido también al canal por dónde se divulgan y debido por supuesto a los diferentes estilos que marcan tendencias en cada momento.

De todas formas todas ellas desprenden un mismo mensaje, es posible crear algo totalmente nuevo a partir de cosas que ya existen, se las puede sacar de un contexto y meterlas en otro, al igual que se hizo en el mundo del arte en su momento.

A mi parecer no hace falta estar fabricando todo en todo momento, si te puedes valer de lo que te rodea para armar un nuevo y propio discurso porque no podemos aprovechar lo que ya tenemos, nos podemos apropiar de obras de otra gente cambiándole el significado.

Comentario de los films "Lost Highway" de David Lynch, "La mirada de Ulises" de Theo Angelopoulus y "Dark City" de Alex Proyas.

En las tres películas visionadas aparece un protagonista como eje conductor de la narración, un personaje con una identidad posmoderna. Una identidad poco definida, dónde, como dice Frderic Jameson sobre los individuos posmodernos en los cuales sus rasgos subordinados se vuelven dominantes y los rasgos dominantes se vuelven secundarios. Rasgos que desestabilizan a los personajes y les hacen entrar en crisis, crisis porque no entienden nada de lo que les rodeo, se sienten perdidos en la sociedad y no llegan a entender si pertenecen a ella. Les hacen padecer una insatisfacción con el mundo que les rodea, nada les llena personalmente, todo carece de un sentido más allá del mero hecho de ir solucionado los problemas que se presentan de forma continua. Un lamento desesperado, motivado por esa insatisfacción. Una alienación con la realidad, de la que no se creen participes de ella. Una falta de raíces y de identidad, que se ha perdido con el transcurso de la evolución. Una soledad, soledad ante la sociedad que no entiende, que se presenta fragmentada socialmente. En resumen una angustia y un miedo, que les tendría que hacerse pensar hacia dónde se dirigen.


Una angustia y miedo que es algo universal, algo que todo ser humano siente. Un miedo que se expande se expande a través de mecanismos políticos, lingüísticos y psicológicos, que no entendemos pero que hacemos nuestros. Las primeras teorías que surgieron sobre el miedo y las reacciones humanas a este, fueron expuestas por Kant. Él planteaba que nos atrae porque estamos protegidos por una distancia, existe un espacio entre el espectador y el miedo. Cuando estamos demasiado cerca de él nos mostramos incapaces de entenderlo, por ello necesitamos alejarnos, para entenderlo sin que nos afecte. De todos modos se evidencia que el miedo pasa a ser un instrumento de creación de una discurso ideológico. El miedo como parte de este discurso puede ser encontrado en cualquier cultura, ya que en el mundo globalizado en el que vivimos este miedo es utilizado como instrumento de alienación psicológica, política y social. Por otro lado, una vez superado este miedo, se transforma en algo estético, es aquí cuando se puede disfrutar del miedo, ya que se percibe como algo lejano, algo que no puede hacer daño y algo que a partir de aquí se convierte en espectáculo. El miedo se estetitiza por medio de películas, atracciones, etc.


La identidad posmoderna es una identidad fragmentada, una identidad que no está definida y que busca una forma de recomponerse, muchas veces a la desesperada y dónde la mayoría de las veces no la encuentra y se queda en la vaguedad, en la conformidad de lo existente sin intentar dar un paso más. Esta alienación de la identidad individual es la que genera al prototipo posmodernista. Un personaje que padece una especie de esquizofrenia en la que ni el mismo es consciente de lo contradictorios que pueden llegar a ser sus pensamientos y formas de actuar, dónde simplemente se marca un objetivo que cumplir y sigue los caminos que se le presentan sin preguntarse, hacia dónde le llevan, o si son correctos o incorrectos.


En la actualidad, la sociedad ha ido perdiendo paulatinamente sus identidades colectivas para substituirlas y centrarlas en las del individuo: si antes era posible representar a una clase social, un grupo ideológico o una religión, ahora parece imposible representar al individuo, ya que este propio individuo ya no actúa de una única forma sino que construye su identidad a partir de fragmentos a veces contrapuestos. El individuo posmoderno, lejos de ser fruto de un solo patrón de comportamiento, es de la coexistencia de contrarios y la fragmentación del yo. A mi parecer uno de los elementos claves que componen las características de los individuos posmodernos es el fenómeno del consumo, un consumo desmesurado y que nos lanza constantes mensajes contradictorios los unos con los otros. Es aquí donde se demuestra la falta de reflexión del individuo posmoderno en cuanto a sus actos de consumo se refiere. El consumo apoya directamente la actividad de las transformaciones de la realidad, en donde las imágenes y la fragmentación del tiempo han convertido la actividad del hombre actual, en una serie de presentes perpetuos, en dónde la reflexión histórica de la vida, queda relegada al momento, por lo que aplicada a la sociedad de consumo, ésta promueve la actividad comercial, sin tener conciencia, en muchas ocasiones de la temporalidad de los objetos, sino que los crea para satisfacer necesidades, no siempre primarias sino pasajeras o momentáneas. El individuo está en constante movimiento de ideas y sentimientos, que lo arrojan a una constante contradicción entre las ideas y sus propios actos, de forma tal, que se presentan unos cambios de valores y perspectivas de los proyectos personales y de su relación con la alteridad. De hecho, se podría considerar que el consumo o la forma de consumir, son una señal de identidad que diferencia al individuo o le hace formar parte de la sociedad. Se han destruído los valores y la existencia de las costumbres y tradiciones, con la posterior pérdida de la estabilidad del individuo en su vida cotidiana.


Este individuo posmoderno podríamos decir que surge de la ciudad del espectáculo, dónde la ciudad vista desde la teorías de Jean Baudrillard está sufriendo un cambio hacia una simulación de la realidad. Estamos llegando al fin de lo social y de la vivencia de experiencias auténticas. Por eso necesitamos recrear una realidad artificial, una copia de lo ya existente, o en definitiva una hiperrealidad. Podemos decir que la ciudad posmoderna es una ciudad dónde confluyen el espectáculo del ocio, de la cultura y del consumo, impidiendo en algunos casos discernir entre lo que es cultura y lo que es consumo. El espacio de la cultura está produciendo museos mediáticos que convergen de nuevo en el entretenimiento y el consumo. Además, necesitan aparecer como hitos urbanos de la posmodernidad y venderse al turismo como un producto necesario de consumo en la ciudad. Esto da como resultado, museos que pierden su finalidad cultural, dando lugar así a centros basados en otros valores que nada tienen que ver con el concepto original de museo. El espectáculo del consumo es el que está produciendo macrocentros comerciales donde confluyen todas las actividades recreativas: el espectáculo, el consumo, el ocio, y la cultura. Se convierten así en espacios urbanos copiados de la realidad pero que pierden la capacidad de ser públicos. Es a partir de estas tres estrategias (la del ocio, la cultura y el consumo) como convertimos la ciudad en producto, como objeto que promocionar. De este modo aparece la competencia de venta entre ellas. Para ello es necesario exacerbar y explotar los elementos que han sido característicos y tradicionales en la historia de la ciudad. Así se publicitan y promocionan las capitales en el mercado global. Es importante señalar que para coser el artificial disfraz de la ciudad-producto, necesitada de renovada estética, calidad visual y publicitaria, se requieren cantidades ingentes de dinero que se detraen de la vivienda social, el transporte público o el fomento del empleo. Se produce un decremento de la importancia del ciudadano en las urbes como contraposición a la importancia de la ciudad en sí, como ente. Todo este espectáculo está siendo asimilado como real en la sociedad de hoy día. El ciudadano de a pie pierde su identidad, sin sentirse discriminado por ello. Considera más importante formar parte de la identidad global urbana que asumir su propio rol individual. Incluso se asumen identidades urbanas que hasta ese momento habían sido ajenas a una ciudad, por el simple hecho de ser una identidad comercialmente rentable. Así comienza a surgir la ciudad escaparate, aquella que no es vivida por el individuo autóctono como algo propio, pero que asume como peaje para formar parte de una ciudad globalmente bien considerada.


Un ejemplo bien cercano sobre lo anteriormente citado, sería el caso de la ciudad de Barcelona, una ciudad construida por y para el mero consumo turístico. Dónde se crea una ciudad para el placer, como describe Guy Diebard en un libro en el que habla sobre la psicogeografía, dónde no se vive la ciudad como un espacio de ocio, tampoco se crean espacios interesantes, sino que se estructura la ciudad para seducir. Las divisiones de la ciudad van más allá de los cambios del decorado de los diferentes espacios, la variedad de combinaciones de ambientes es análoga a la disolución de los individuos y genera sentimientos tan dispares y complejos como los que pueden suscitar cualquier tipo de espectáculo.


Podríamos decir que se deconstruyen identidades, dónde hay múltiples y contradictorios significados. Consiste en mostrar cómo se ha construido un concepto cualquiera a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas, mostrando que lo claro y evidente dista de serlo. Con Jaques Derrida, la deconstrucción afirmará que la envoltura retórica es todo lo que hay y que por ello la identidad es irreductible a una idea o un concepto. En ese sentido la deconstrucción va a negar el concepto de totalidad. La deconstrucción realiza un planteamiento quiásmico, es decir, se mueve entre la negación-afirmación del símbolos que componen la identidad.

Comentario del libro "Gabinete de un aficionado" de Geroges Perec.

Podría decir que me parece interesante, por intentar adjetivar de alguna manera, la forma en que el autor (Georges Perec) me ha engañado, tomado el pelo y se ha burlado de mi persona como lector. Tratando de imaginar, ordenar y componer en mi mente esta lectura con tantas referencias a obras artísticas que ya no se cuales son verdaderas y cuales falsas y que me hacen dudar sobre la veracidad de todas las citas. Intentando construir una historia que parece verdadera me doy cuenta justo al final que me han engañado. Exactamente no podría transmitir lo que el autor intenta hacerme transmitirme, yo me lo guardo como una simple broma de las muchas que se pueden dar y se han dado en el mundo del arte pero esta vez se usa la literatura. Me viene a la cabeza la jugada que hizo el orinal de R.Mutt al poner en jaque los criterios estéticos del distinguido comité de expertos de la Asociación de Artistas Independientes., el mismo Marcel Ducham había enviado la obra, usando un nombre falso. Todo para remover los escombros sobre los que se equilibraba la definición del arte y como éste es entendido por el mundo que lo rodea. Perec hace lo mismo con este breve texto con señas de este juego pueden advertirse a lo largo de El gabinete de un aficionado, dónde el autor crea un imaginario a través de un collage, un collage de diferentes fuentes, algunas falsas y otras no pero que construyen una historia en la mente del lector a modo de texto narrativo. Quizá también sea pertinente reflexionar sobre la portada del libro, dónde aparece una reproducción del Gabinete de un aficionado. Otro engaño más, contrario a lo que el lector pueda creer hasta antes de terminar el libro, la ilustración de la portada es una copia, una reproducción, que según el libro fue pintada por Vernay-Lèvêque, en 1981. Surge entonces la idea de la reconstrucción. Concluyendo, la literatura acaba siendo un juego para este autor, una gran tomadura de pelo para el lector. Dejando a parte el aspecto de la construcción de una historia simulada surgen conceptos tales como el coleccionismo y a la relación con el artista, y así mismo del coleccionismo mismo se puede hablar también del fetichismo.


Perec hace una construcción del imaginario del lector, al final del libro comprendes que la ficción sobre la ficción construye realidades e imaginarios. El autor usa constantes citas, fechas, autores, obras y acontecimientos históricos y no tan históricos que acaba dándole al relato gran verosimilitud, en gran parte debido al producto de tu propia ignorancia, dónde delegas toda la veracidad de sus citas en el propio autor sin cuestionarlas ni ponerlas en entredicho en ningún momento. Nos creemos todo lo que leemos. Refiriéndonos al cuadro a partir del cual gira toda la narrativa, es importante el echo de no repetir en el segundo plano del cuadro una acción idéntica a la representada en el primero, cogiendo como excusa la re interpretación de las diferentes obras que salen representadas. La ficción sale reforzada: una pequeña variación en la observación de la realidad, que conlleva su reproducción siempre infiel y viciada por la anécdota del cuadro, la variación sobre la variación de una variación de la realidad alcanza y supera a esa realidad, lanzándonos al infinito. El cuadro que observamos nunca está quieto: siempre algún detalle escapará a nuestra percepción, y esa huida nos dará pie a concepciones falsamente realistas, con las que estaremos tentados a decir que la realidad tiene su propia vida, con independencia de lo que pensemos de ella. Realidad e ilusión abrazadas en el cuadro, realidad e ilusión que nos atenazan los miembros y nos arrojan sin piedad al infinito, como en una habitación llena de espejos dónde cuesta distinguir y separar lo que es real de lo que es ficticio con aboluta claridad.


Todo el libro gira alrededor de la colección del gabinete del cervecero y al mismo tiempo esta colección es usada i re interpretada en el cuadro El gabinete de un aficionado. A mi parecer todos los artistas son también coleccionistas de obras de otros autores las cuales absorbe y las dispone de otro modo. El artista aprende de obras anteriores, que le sirven para crear las suyas propias. La habilidad de coleccionar posee una indudable fuente de creación e inspiración. Arte y coleccionismo parecen mantener un relación simbiótica, no solo a nivel receptivo sino también en el productivo. Como ejemplo de casos de artistas coleccionistas me viene a la mente una exposición, la cual pude visitar, que se hizo en el museo Picasso de Barcelona en el 2008 titulada “Colección personal de obras de arte de Pablo Picasso”, dónde se exponían las obras que fue adquiriendo Pablo Picasso durante toda su vida y que le ayudaron a componer sus obras y a documentarse sobre diferentes temas. Todo artista aprovecha sus colecciones de distintas maneras, según la actitud que éste tenga con las obras coleccionadas. Se puede tener un actitud en plan de distracción y placer privado, de nula o poca relación directa con el oficio y por puro deleite en la contemplación de las obras, independientemente de la producción artística. La satisfacción de rastrear cierto objeto, el deseo de completar una serie y el deseo de propiedad pueden motivar este primer tipo de coleccionismo desinteresado, sin aspiraciones profesionales. También se puede tener una actitud de inspiración y formación, como pretexto de documentación, se puede citar o copiar la obra o el objeto adquiridos. Hay diferentes formas de citar una obra a través de la cual te has basado: las puedes citar a forma de homenaje, la puedes citar expresando lo mismo pero mediante otros recursos y también la puedes citar usando los mismos recursos pero cambiando el significado entre otras formas de citar o copiar. Otra actitud que el artista-coleccionista puede adquirir es la de integrar directamente en sus obras otras, por ejemplo en un collage montado de elementos que se han ido almacenando en la colección y que al juntarlos cambia su mensaje. Varía el grado de intensidad, también cuantitativa, entre pasión dominante, idea fija, obsesión fetichista hasta auténticos casos de colecciomanía.


Hablando de la actitud del coleccionismo surge el fetichismo, todo acto de coleccionar surge de una necesidad, pero a partir de la lectura del ensayo de Georges Perec no pretendo hablar del fetichismo cómo simple devoción hacia objetos materiales sino del fetichismo de las mercancías, del cual habla Carl Marx, dónde podemos definir el fetichismo de la mercancía cuando se separa al trabajador que la produce de esta. En el readymade duchampiano ocurría lo mismo, la obra de arte en el mundo capitalista es igual que la mercancía. Habla de la transformación del objeto de uso común en mercancía, este acto de conversión también se da en el mundo del arte, reforzándose, a su vez, por la necesidad ideológica de la burguesía emergente de argumentos que justificaran su poder frente a los demás sectores de la sociedad. El carácter fetichista de la mercancía enmascara la relación de poder, es decir, oculta la índole clasista del sistema capitalista y la propia existencia de la explotación. Éste fenómeno que, convierte a la obra de arte en “única” y provista de un “prestigio” o “aura” que la hace inaccesible para quienes no la posean, se enmarca en el aparato ideológico que justifica el poder del sector social que puede comprarla, es decir, del sector social que “impone” sus valores a quien debe “sufrirlos” pasivamente, ocultando el carácter real de esta relación injusta. El “aura” reafirma el fetichismo al dotar al productor artístico de supuestos valores naturales superiores, más o menos en consonancia con su supuesta genialidad. El precio de la obra en el mercado no depende de la calidad artística en sí, sino en la eficacia del aparato publicitario desplegado por los mercaderes y otras instancias en torno al autor, dónde además el propio nombre del artista contribuye a valorizar la mercancía artística. Su firma es garantía de autenticidad reafirmando el “aura”, fetichizándose a su vez a sí mismo y a las imágenes o signos sociales que produzca. La obra se convierte en el vehículo de la reproducción del capital, incluyendo las ganancias que enriquecen a diferentes intermediarios, tanto galeristas, subastadores o empresas que buscan futuras ganancias bajo el techo de la especulación artística. Bajo esta manera de entender el arte como un aparato más del sistema, éste acaba integrándose en él y se transforma. Según Walter Benjamin el arte ha sido separado de su función cultural. Benjamin habla en su ensayo titulado “La obra de arte en la época de su reproducibilidad técnica” sobre la pérdida del aura en la obra de arte contemporánea. Precisamente esa pérdida del “aura” de la obra de arte es algo que se pone de manifiesto en el ensayo de Gerges Perec, dónde se narra como todo los cuadros son una copia de otras obras, pero precisamente gracias a toda la cortina de humo capitalista que se ha colado en el mundo del arte consigue despistar a todos, incluyendo supuestos expertos en el tema. Benjamin Walter habla en su libro “La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica” que el arte ya no es único, se puede reproducir prácticamente todo. El arte ha ido perdiendo paulatinamente su carácter de obra única, irrepetible. No hablamos de retocar o renovar obras, sino, de reproducir de forma prácticamente exacta las obras que en su día fueron únicas y que gracias a la reproducción nunca volverán a ser lo.


Las mercancías pasan a ser obras de arte, esta apropiación de signos-mercancía sirve para devolver la ambivalencia crítica al objeto. Así se destruye el aura del arte, sustituyéndolo por el falso aura de la mercancía. Esto provoca un cambio en la percepción del readymade, ya que en un inicio desmitificaba el arte y ahora pasa a mitificarlo. Siguiendo las teorías que Marx expone en “El Capital” sobre la analogía entre fetichismo de la mercancía y la religión, podemos plantear otra entre el fetichismo de la mercancía y la religión y el espectáculo y la escultura mediatizada, ya que parten de un común: la mercancía fantasmagórica. La obra de arte se percibe como un objeto mágico que al igual que la mercancía, “se valora porque el trabajo, la sociedad y la historias que lo han producido se velan tras los efectos espectaculares”. Así podríamos decir que hoy en día no hay expresión artística que consiga huir de la mercantilización y el espectáculo pero para ello habría que obviar a artistas, cuyo arte se sitúa en una posición crítica hacia el espectáculo.

Comentario del libro "El hombre de los círcules azules" de Fred Vargas

Círculos en las calles que rodean objetos. Toda intervención en la calle despierta algún tipo de reacción. La reacción que creo que despierta en Adamsberg es admiración y ganas de descubrir quién se puede esconder detrás de tal intervención.


A partir de la aparición del primer círculo, a Adamsberg le empieza a inquietar la situación, no llega a comprender de que se trata ni que quiere decir, se puede decir que desde un inicio le empieza a obsesionar. No hay mejor intervención que la de vestir algún acto con cierto misterio y ser el foco de atención.


Nadie entiende nada y no pasa de ser una anécdota el hecho de que aparezcan círculos realizados con tiza azul que envuelven un objeto hasta el momento en el que el objeto es sustituido por un cadáver. Es a partir de ese momento cuando Adamsberg junto con Danglard inician un proceso metódico para llegar hasta el autor de los círculos .


En todo el proceso parece que van dando palos de ciego y que no podrán dar con el sujeto, pero a medida que avanza la historia el hombre de los círculos azules va dejando pistas en cada homicidio, hasta que por fin después de una fallida culpabilidad, la cual diseño el mismo hombre de los círculos azules, llegan hasta él.


Todo el circo que monta el hombre de los círculos azule es gratuito, lo que de verdad le preocupa a él es organizar una trama y un mensaje para poder asesinar a su esposa sin que nadie le pueda acusar a él. Los círculos azules son una serie de mensajes que carecen de sentido, pero que al despertar tanto misterio la propia gente les va otorgando un papel para el cuál precisamente han sido diseñados. Los círculos son una forma de distraer a los posibles captores, creándoles dudas y preguntas imposibles de responder para que ellos mismos se alejen de lo que de verdad importa.


Pese a todo al final Adamsberg consigue deshacerse de todo ese misterio y concentrarse únicamente en el asesino, y dejar de lado los círculos azules, los cuales habían sido el verdadero protagonista hasta entonces. Se centra en el análisis de las pruebas y en su instinto para deshacer toda la maraña que se ha creado.